Inspirado por los grandes momentos en las salinas de Bonneville, donde en los años 60 unos cuantos hombres construyeron coches a reacción que impulsaron el récord de velocidad en tierra muy por encima de lo que estaba hasta entonces, Tom Donhou decidió poner a prueba los límites de velocidad sin ningún tipo de motor que lo propulsase. Sólo con la potencia de sus piernas y una bicicleta especialmente construida a mano por él mismo.
Como veréis en el siguiente vídeo, la bicicleta resultante después de un duro y largo trabajo, es capaz de alcanzar las 102 mph (164.15 km/h), gracias a un brutal desarrollo donde el plato, o catalina, está hecho a medida y es «un poco más grande» de lo normal. Además de esto y para entrenar, han modificado la parte trasera de un coche colocando un añadido de madera que favorezca la aerodinámica del ciclista y así poder beneficiarse del rebufo.